Muchas veces nos preocupamos por los ingredientes, el tiempo de cocción o incluso el tipo de sartén… pero ignoramos un elemento clave: el agua. En Canarias, el agua del grifo puede contener pequeñas cantidades de cloro, metales o residuos que modifican el sabor natural de lo que cocinamos.
Si has notado que tus platos de arroz o pasta tienen un sabor algo metálico o extraño, el agua podría ser la causa. Usar agua filtrada hace que los sabores sean más limpios y naturales.
El cloro en el agua puede enmascarar los aromas delicados del té, el café o las hierbas locales como el poleo.
El hierro y otros minerales en el agua pueden hacer que verduras como el brócoli, las zanahorias o las papas pierdan intensidad de color o se vuelvan opacas.
Muchos cocineros profesionales utilizan agua filtrada incluso para hervir, cocer al vapor o preparar caldos. Es el primer ingrediente invisible en una receta bien hecha.
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